15.06.2023
En Kampala, la capital de Uganda, solo uno de cada diez residentes tiene acceso a baños conectados al sistema de alcantarillado. El 90% de los 1,5 millones de habitantes dependen de letrinas que recogen las aguas residuales in situ.
Sin embargo, a menudo estas aguas residuales no se eliminan adecuadamente o terminan en los barrancos obstruidos y sobrecargados. A veces pueden contaminar las aguas subterráneas y proporcionar la base para enfermedades infecciosas. Esto afecta principalmente a las personas en los barrios marginales y las zonas de asentamiento informal de Kampala: prácticamente no tienen acceso a baños con sistemas de alcantarillado y a menudo obtienen su agua potable de pozos con agua subterránea, un peligro para la salud que es prácticamente imposible de evitar.
Agenda 2030: acceso al agua, saneamiento, higiene
La situación en Uganda pone de relieve un problema mundial: según la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la organización benéfica infantil UNICEF, alrededor de 3.6 millones de personas, casi la mitad de la población mundial, no tienen instalaciones sanitarias seguras en sus hogares. Para su Agenda 2030 las Naciones Unidas, han establecido 17 objetivos para el desarrollo sostenible, conocidos como los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). El sexto objetivo exige que todas las personas tengan acceso al agua, el saneamiento y la higiene (WASH). Sin embargo, no es seguro si este objetivo se alcanzará para el año 2030. Solo uno de cada cuatro países está actualmente en camino de alcanzar sus objetivos nacionales de saneamiento e higiene.
La buena higiene de las manos no puede darse por sentada
Otras cifras actuales también muestran que todavía queda mucho por hacer: casi 500 millones de personas en el mundo no tienen aseos en sus hogares. 2.3 millones de personas no pueden lavarse las manos con agua y jabón en sus hogares. 670 millones de personas no tienen acceso a la higiene de las manos. Todo esto tiene sus consecuencias: más de 1.000 niños menores de cinco años siguen muriendo cada día de enfermedades diarreicas causadas por el agua contaminada y el saneamiento deficiente.
"Las devastadoras tormentas, inundaciones y sequías históricas ya están destruyendo instalaciones y hogares, contaminando los recursos hídricos, creando crisis de hambre y propagando enfermedades", dice el Director de Programas de UNICEF, Sanjay Wijesekera. "Pero a pesar de lo desafiantes que son las condiciones actuales, sin una acción urgente, el futuro podría ser mucho más sombrío".
Por consiguiente, un componente central de las medidas de socorro de emergencia es el restablecimiento de la infraestructura de saneamiento para garantizar que no se puedan propagar las enfermedades infecciosas diarreicas como el cólera y la fiebre tifoidea.
Kampala realiza obras de infraestructura
Mientras tanto, la administración de la ciudad de la capital de Uganda, Kampala, también ha tomado medidas para mejorar la vida de sus habitantes. Actualmente está introduciendo regulaciones claras y efectivas para el manejo de aguas residuales. Se están estableciendo normas mínimas sobre el funcionamiento de las letrinas. Y se están elaborando las directrices para el diseño, la construcción y la explotación de instalaciones sanitarias en Kampala. Queda por ver si tales medidas serán suficientes para proporcionar a todos los residentes un saneamiento adecuado y el acceso a agua limpia para 2030. Para el pueblo de Kampala, sin embargo, ya es un paso importante en la dirección correcta.
Enfoques del saneamiento en un contexto difícil
Casi la mitad de la humanidad no tiene acceso a un saneamiento seguro e higiénico. En particular, el acceso a aseos seguros con eliminación de aguas residuales en funcionamiento es un problema importante. La ONU hace un llamamiento para que todas las personas tengan acceso seguro al agua, el saneamiento y la higiene (WASH) como parte del Objetivo número 6 de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030. Los organizadores internacionales están haciendo sonar la alarma de que este objetivo será difícil de alcanzar para el 2030. La situación es particularmente grave en África occidental y central. Sin embargo, las instituciones están adoptando enfoques sólidos y lanzando programas exitosos para abordar el problema. Proporcionan la esperanza de que la situación mejore en los próximos años.
